martes, 27 de mayo de 2025

Pabellón de Cáncer - Aleksandr Solzhenitsyn - Resumen por capítulos

Hola a todos (as) les traigo esta vez el resumen capítulo a capítulo del libro Pabellón de Cáncer del ganador del Premio Nobel de Literatura 1970 Aleksandr Solzhenitsyn. Es un libro que tenía pendiente desde mis 15 años cuando me lo regalo un amigo llamado Alex (le teníamos el apodo de "computer") y nunca lo leí...Bueno, no hay deuda que no se pague, lo terminé de leer hoy, y me gustó bastante. 

Trataré de subir lo que pueda a Wikipedia, ya que al no tener referencias a un sitio o documentación oficial, lo eliminan en un mes.

Primera parte

Capítulo 1. No es cáncer en absoluto

Es el año 1955, Pável Nikoláyevich Rusánov, un funcionario de alto rango, es ingresado en el temido pabellón número 13 de una clínica oncológica en la Unión Soviética. Aunque niega tener cáncer, sufre un tumor visible en el cuello que crece rápidamente. La experiencia de ingresar al hospital lo enfrenta no solo al miedo de la enfermedad, sino también a la incomodidad y degradación del entorno hospitalario, lleno de enfermos graves y condiciones precarias, muy alejadas de los privilegios a los que está acostumbrado.

Acompañado por su esposa Kapitolina y su hijo Yura, Pável experimenta frustración e impotencia al no poder evitar el trato común, a pesar de intentos de soborno y súplicas para recibir atención especial. Finalmente, es conducido con frialdad a su cama en una sala compartida, rodeado de otros pacientes en estado crítico. El ambiente es sombrío y deshumanizado.

Capítulo 2. La instrucción no acredita la inteligencia

Pável desde el inicio se siente horrorizado por el entorno: la sala es compartida con otros ocho pacientes de aspecto desaliñado, con conversaciones vulgares y la falta de privacidad. Uno de los pacientes, Yefrem, lo atormenta con comentarios pesimistas sobre la enfermedad, diciéndole que no volverá a casa. Pável se siente impotente y fuera de lugar, añorando su vida anterior y sintiendo que todo su mundo se ha derrumbado.

Mientras tanto, en la sala, los demás pacientes siguen con sus rutinas: algunos leen, otros hablan o reciben medicamentos. Pável intenta ignorarlos, pero no puede evitar sentirse cada vez más angustiado por su condición. La enfermera Zoya, aunque amable, no puede ayudarlo de inmediato. Finalmente, tras una discusión con otro paciente grosero, Pável se resigna a pasar la noche en el hospital, aunque planea pedir el alta al día siguiente. La tos de un anciano y las conversaciones de los demás le impiden dormir, sumiéndolo en la desesperación por su futuro incierto.

Capítulo 3. La abejita

Zoya, una enfermera, termina de repartir los medicamentos en el hospital mientras regaña a Nelia, una auxiliar perezosa que no cumple bien su trabajo. En el vestíbulo, Sibgátov, un paciente resignado y amable, espera pacientemente para lavarse. Zoya, aunque cansada, se queda despierta para terminar sus tareas. Mientras tanto, Kostoglótov, el paciente rebelde y de carácter fuerte, se acerca a ella para pedirle un libro de anatomía patológica, pues quiere entender su enfermedad y el tratamiento que recibe. A pesar de las advertencias de Zoya sobre lo contraproducente que puede ser para los pacientes leer sobre sus males, él insiste y finalmente ella accede.

La conversación entre Zoya y Kostoglótov se vuelve más personal. Él le cuenta fragmentos de su vida: su soledad, su casi matrimonio frustrado y su estancia en una remota región de Kazajistán, Ush-Terek, donde vivió en condiciones difíciles. Zoya, curiosa y algo coqueta, le pregunta por qué sigue allí, y él responde con evasivas, sugiriendo que el lugar tiene su encanto. A pesar de su actitud hosca, Kostoglótov parece disfrutar de la compañía de Zoya, quien, a su vez, muestra interés por su historia. La charla termina con un ambiente más relajado, dejando entrever una posible conexión entre ambos.

Capítulo 4. Las inquietudes de los pacientes

Se cuenta la ronda médica en el pabellón oncológico, donde las doctoras Dontsova y Gángart evalúan a los pacientes. Diomka, el joven con un tumor en la pierna, muestra mejoría pero aún sufre dolor; Yeguenberdíev, el pastor kazajo, progresa favorablemente; y el anciano Mursalímov sigue las indicaciones con resignación. Pável, indignado por la demora en su tratamiento, amenaza con denunciar al hospital, pero Dontsova le explica con crudeza que su linfogranulomatosis requiere atención inmediata y que rechazarla sería un riesgo mortal.

Kostoglótov, aunque ha mejorado notablemente con la radioterapia, cuestiona a Dontsova sobre los riesgos de continuar el tratamiento, prefiriendo una vida más corta, pero con menos sufrimiento. La discusión se vuelve tensa, reflejando su desconfianza hacia la medicina institucional. Mientras, Azovkin, un paciente terminal, recibe permiso para irse a casa, aunque sin esperanza de recuperación. Rusánov, finalmente, cede y acepta el tratamiento, mientras Kostoglótov sigue resistiéndose, mostrando su escepticismo ante las decisiones médicas.

Capítulo 5. Las inquietudes de los médicos

Vera Kornílievna, médica del hospital oncológico, se siente agobiada y preocupada por su mentora, Liudmila Afanásievna, a quien llama "mamá". Ambas enfrentan situaciones difíciles con pacientes desconfiados y agresivos, como Rusánov, que podría causar problemas, o Kostoglótov, un hombre terco que cuestiona los tratamientos. Además, le recuerda casos complicados, como el de un chófer que acusó a Vera de intentar envenenarlo, lo que la dejó temerosa por semanas.

Las doctoras también lidian con la frustración de no poder salvar a todos los pacientes, como Sibgátov, cuyo cáncer empeora a pesar de los esfuerzos. Discuten la presión de liberar camas para nuevos enfermos, aunque eso signifique dar de alta a personas sin esperanza. Mientras atienden a otros pacientes, incluyendo una niña con tumores benignos. Vera reflexiona sobre su tensa relación con Kostoglótov, quien desde su llegada al hospital ha sido desconfiado y rebelde, pero al mismo tiempo muestra un extraño respeto hacia ella.

Capítulo 6. Historia de un análisis

Kostoglótov es llevado por Liudmila Afanásievna, a recibir tratamiento de radioterapia para su cáncer. Aunque el ambiente del gabinete de rayos X es desagradable y los pacientes suelen rechazarlo, ella está acostumbrada después de años de trabajo. Kostoglótov, aunque inicialmente desconfiado, nota mejoría tras doce sesiones y recupera el apetito y las ganas de vivir. Sin embargo, cuestiona los efectos secundarios del tratamiento y discute con la doctora sobre su derecho a decidir sobre su propia salud.

La médica insiste en que necesita más sesiones para evitar que el cáncer avance y le muestra estadísticas de pacientes que no siguieron el tratamiento y murieron. Kostoglótov, aunque reacio, acepta continuar, pero mantiene su escepticismo. Mientras tanto, piensa en Vera Gángart, una enfermera amable, y en Zoya, recordando detalles de su físico. Al final, Liudmila Afanásievna logra convencerlo de seguir el tratamiento, aunque él sigue desconfiando de la medicina tradicional y prefiere métodos naturales.

Capítulo 7. El derecho a curar

La doctora Dontsova está abrumada por su agitada jornada en el hospital. Aplica una inyección a Kostoglótov sin explicarle los detalles para evitar discusiones, mientras lucha contra el dolor de estómago que ella misma sospecha podría ser grave. Además, debe lidiar con problemas burocráticos, como la falta de materiales médicos y la posible ausencia de una enfermera clave, Olimpiada Vladislávovna. También reflexiona sobre los efectos secundarios de la radioterapia, recordando casos de pacientes que sufrieron daños años después de sus tratamientos, lo que la hace cuestionar su propia práctica médica.

A pesar de sus preocupaciones, Dontsova sigue trabajando incansablemente, revisando pacientes y resolviendo emergencias. Al final del día, agotada, sale del hospital y piensa en las tareas domésticas que la esperan. Mientras hace compras, se une apresuradamente a una cola al enterarse de que venderán salchichas, mostrando cómo su vida, tanto profesional como personal, está llena de tensiones y sacrificios.

Capítulo 8. ¿Qué necesitan los hombres para vivir?

Yefrem Poddúyev, un hombre fuerte y trabajador que nunca había tenido problemas de salud, descubre que tiene cáncer en la lengua. A pesar de su miedo, evita ir al médico hasta que el dolor lo obliga. Después de varias operaciones y tratamientos fallidos, acepta que está gravemente enfermo. En el hospital, reflexiona sobre su vida pasada, llena de trabajo y aventuras, pero ahora se enfrenta a la idea de la muerte sin saber cómo manejarla. 

Un libro de Tolstói, que otro paciente llamado Diomka le presta, lo hace pensar profundamente sobre el sentido de la vida. Lee historias que cuestionan qué es lo que realmente necesita el ser humano para vivir. Intrigado, pregunta a sus compañeros de habitación, quienes dan respuestas diferentes: comida, dinero, una profesión, la patria. Pero el libro sugiere algo más profundo: el amor y la conexión con los demás. Rusánov, desprecia la idea, pero Yefrem sigue reflexionando sobre su propia vida y sus errores.

Capítulo 9. Tumor coráis

El capítulo se centra en la doctora Yevguenia Ustínovna, una cirujana experimentada pero cansada, que visita a los pacientes en la sala. Examina a varios enfermos, incluyendo a Diomka, quien intenta distraerse con un libro de geometría, y a Federau, un hombre que se cree sano pero al que le recomiendan otra operación. También habla con Yefrem Poddúyev, quien, resignado, rechaza más cirugías. Proshka, un tractorista joven, recibe el alta con un diagnóstico grave que no entiende, pero se va feliz creyendo que está curado.

Mientras tanto, Kostoglótov descubre que el diagnóstico de Proshka en realidad indica un tumor inoperable en el corazón, pero decide no decírselo para no quitarle su momentánea alegría. La tensión en la sala aumenta cuando los pacientes discuten sobre las decisiones médicas, especialmente la operación propuesta a Federau. Rusánov, observa todo con preocupación, preguntándose por qué a él no le ofrecen cirugía si su tumor sigue creciendo.

Capítulo 10. Chiquillos

Diomka, un joven paciente con un tumor en la pierna, que se siente cada vez más angustiado por la posibilidad de una amputación. Mientras reflexiona sobre su situación, conoce a un nuevo compañero de habitación, Vadim, un geólogo estudioso que pasa horas leyendo. Diomka intenta distraerse con libros, pero no puede evitar preocuparse por su futuro.

Más tarde, Diomka busca consuelo en la tía Stiofa, una anciana religiosa que le ofrece comida y palabras de resignación. Sin embargo, sus creencias ateas chocan con las de ella. Luego conoce a Asia, una chica alegre y deportista que está en la clínica solo para ciertos análisis. Asia, con su actitud despreocupada, le hace cuestionar sus propias preocupaciones y le habla de la vida, el amor y la felicidad, insistiendo en que nunca debe permitir que le amputen la pierna.

Aunque al principio Diomka se siente intimidado por Asia, su charla lo anima temporalmente. Sin embargo, al final del capítulo, vuelve a enfrentarse a su realidad: el dolor en su pierna y la posibilidad de perderla, lo que lo sumerge nuevamente en la incertidumbre sobre su futuro.

Capítulo 11. El cáncer del abedul

Los pacientes del pabellón de cáncer están reunidos en la sala y Kostoglótov les habla sobre un posible tratamiento natural: un hongo llamado chaga que crece en los abedules y que, según una carta que recibió, podría ayudar contra el cáncer. Todos escuchan con esperanza, anotando cuidadosamente las instrucciones para prepararlo. Diomka, en particular, se aferra a esta posibilidad como una última oportunidad para salvar su pierna. Sin embargo, surge el problema de conseguir el hongo, ya que no es fácil de encontrar en su región.

La conversación deriva en una discusión sobre la moralidad y la vida, con Kostoglótov defendiendo la idea de que una conciencia tranquila podría influir en la salud, mientras Rusánov, incómodo, rechaza estas reflexiones. La tensión entre ambos personajes crece, pero finalmente el grupo se une en su desesperación compartida por encontrar una cura. Al final del capítulo, Kostoglótov sale a pasear, reflexionando sobre la fragilidad de la vida y la extraña belleza de poder caminar libremente después de tanto sufrimiento.

Capítulo 12. Las pasiones retornan

Zoya, la joven estudiante de medicina que trabaja como enfermera, recuerda la petición de Oleg Kostoglótov, de que usara su vestido gris dorado. Aunque tiene una vida ocupada entre estudios y trabajo, decide complacerlo. Mientras se viste, piensa en su rutina agotadora, que incluye cuidar a su abuela, hacer mandados y asistir a bailes, aunque estos últimos a veces la decepcionan por experiencias pasadas desagradables.

En el hospital, Kostoglótov, ayuda a Zoya con trabajos administrativos. Durante su conversación, él revela que fue exiliado de por vida por razones políticas durante su juventud, lo que sorprende a Zoya. A pesar de su historia trágica, Kostoglótov muestra interés en ella, y ambos comparten un momento de complicidad cuando Zoya se quita la bata para mostrarle su vestido.

La charla se torna más personal cuando Kostoglótov habla de su pasado en prisión y su desprecio por los criminales violentos. Aunque Zoya inicialmente se siente atraída por su fortaleza, surge tensión cuando él critica una canción de una película que ella ama. A pesar de sus diferencias, se nota un claro interés mutuo.

Capítulo 13. ...Y los espectros también

Pável sigue preocupado por su tumor, que no ha disminuido. Aunque el ambiente en la sala es tranquilo, él se siente incómodo y ansía la visita de su esposa, Kapitolina Matvéyevna (Kapa), para desahogarse. Mientras espera, lee periódicos y reflexiona sobre su situación, manteniendo la esperanza de que, si los tratamientos no funcionan, podrían viajar a Moscú para recibir atención médica de mayor nivel.

Cuando Kapa llega, ambos hablan de su enfermedad, de los planes para su tratamiento y de asuntos familiares, como los estudios de sus hijos y posibles reparaciones en su casa. Pável se queja del hospital y de los médicos, mientras Kapa lo anima y le asegura que harán lo necesario para su recuperación. Sin embargo, evitan hablar de lo que más les preocupa: la posibilidad de que la enfermedad sea mortal.

Kapa finalmente le entrega una carta de su hermano Minái, que contiene una noticia perturbadora: un antiguo conocido de Pável, Ródichev, ha sido rehabilitado y ha regresado a su ciudad natal. Esto afecta profundamente a Pável, quien palidece y se siente abatido. La idea de que personas del pasado puedan volver y alterar su vida lo llena de angustia (por el tema de que él los haya inculpado en asuntos políticos y estos ahora busquen vengarse), dejándolo aún más vulnerable en medio de su lucha contra la enfermedad.

Capítulo 14. Justicia

Pável Nikoláyevich regresa a su cama en el hospital después de la visita de su esposa, pero en lugar de sentirse reconfortado, está más angustiado. La noticia de la posible rehabilitación de Ródichev lo ha dejado perturbado. Mientras yace en la oscuridad, su mente se llena de miedo y recuerdos del pasado, especialmente de su conflicto con Ródichev, a quien denunció años atrás. Ahora teme que, si Ródichev ha regresado, pueda buscar venganza.

Pável rememora su vida como funcionario encargado de controlar el personal, usando su poder para manipular y castigar a quienes consideraba enemigos. Sin embargo, lo que antes le daba seguridad ahora lo atormenta. Siente que el regreso de figuras como Ródichev y Guzún amenaza su posición y su tranquilidad. Aunque intenta racionalizar que no hay peligro, el miedo lo consume.

Al levantarse por la noche y recorrer el hospital, Pável ve a otros pacientes sufriendo, lo que lo hace reflexionar sobre su propia mortalidad. Su tumor, que antes era solo una preocupación física, ahora se siente como un castigo moral. Finalmente, comprende que no puede escapar de la justicia, no la de los hombres, sino la de su propia conciencia y la enfermedad que lo consume.

Capítulo 15. A cada cual lo que se merece

Diomka, el joven de 16 años, teme que le amputen la pierna debido a su tumor. Vadim, el geólogo, intenta animarlo, explicándole que con una prótesis podrá seguir estudiando y viviendo con normalidad. Vadim, que sufre un melanoma agresivo, acepta su diagnóstico terminal pero quiere aprovechar el tiempo que le queda para avanzar en su investigación sobre yacimientos minerales.

Yefrem, escucha la conversación y critica la actitud de Vadim, diciendo que en la muerte nada importa. Luego recuerda un episodio de su juventud cuando trabajó como capataz en un campo de prisioneros y un joven le maldijo antes de morir. Ahora, enfermo de cáncer, esa maldición lo atormenta.

Kostoglótov encuentra una noticia impactante en el periódico: la destitución del Tribunal Supremo de la URSS. Rusánov, siempre pendiente de las señales políticas, se altera al no ser el primero en leerla. La noticia lo llena de ansiedad, pues interpreta que podría haber cambios peligrosos para personas como él. Mientras tanto, la doctora Gángart llega para ponerle su segunda inyección.

Capítulo 16. Desatinos

Pável sueña que se arrastra por un túnel oscuro, aplastado por un peso invisible. Se encuentra con una joven que parece ser la hija de una mujer a quien denunció en el pasado, y luego los obreros que lo miran con desconfianza. En su sueño, lo llaman a comparecer ante el Tribunal Supremo, lo que lo llena de terror. Intenta defenderse, argumentando que solo cumplía con su deber, pero la angustia y la culpa lo persiguen.

Entre la fiebre y el dolor, Rusánov confunde sus visiones oníricas con la realidad. Cree que lo están juzgando y que su pasado lo alcanza. Cuando despierta, la doctora Gángart lo atiende, pero él sigue desconfiando, incluso sospechando que podría envenenarlo. El miedo y la paranoia lo dominan, mientras su tumor sigue creciendo.

Aunque la doctora intenta calmarlo, Rusánov no puede escapar de la sensación de que está siendo castigado. Su sueño revela sus temores más profundos: que sus acciones del pasado lo condenen ahora que está vulnerable. La enfermedad lo obliga a enfrentar lo que siempre evitó: la posibilidad de que, al final, la justicia lo alcance.

Capítulo 17. La raíz del issyk-kul

La doctora Gángart, está especialmente atenta a la reacción de Rusánov después de su inyección. Mientras él duerme agitado, ella vigila su estado, preocupada por su condición. Al mismo tiempo, aprovecha para interactuar con Kostoglótov, quien ha sido nombrado "responsable de la sala" en ausencia de Poddúyev.

Oleg Kostoglótov y Gángart entablan una charla cercana y distendida. Él le cuenta sobre su pasado, sus dificultades para llegar al hospital y su afición por el ballet. La doctora, aunque profesional, muestra un lado más humano y comprensivo. Sin embargo, la conversación toma un giro serio cuando ella descubre que Kostoglótov guarda un frasco de una peligrosa infusión de acónito, que él usa como remedio alternativo contra el cáncer.

Gángart insiste en que debe deshacerse del frasco por seguridad, pero Kostoglótov se resiste, argumentando que es su última esperanza si la medicina oficial falla. Tras una discusión, acuerdan tirarlo juntos en el jardín del hospital. Mientras lo hacen, hay un momento de complicidad entre ellos, pero también de melancolía, pues ambos saben que, a pesar de sus esfuerzos, la batalla contra la enfermedad es incierta.

Capítulo 18. "Y que a las puertas de la muerte..."

Oleg espera con ansias el turno de noche de Zoya, la enfermera, para continuar su coqueteo con ella. Ambos sienten atracción, pero su juego de seducción avanza lentamente. Oleg, aunque enfermo y con un pasado difícil, intenta acercarse a Zoya, quien parece corresponderle pero evita comprometerse del todo. Mientras tanto, Oleg descubre que las inyecciones que recibe en el hospital podrían afectar su virilidad, lo que lo enfurece y lo lleva a cuestionar a los médicos.

Durante un momento a solas mientras preparan oxígeno para un paciente moribundo, Oleg y Zoya se besan apasionadamente. A pesar de la tensión y la incertidumbre sobre su futuro, ambos disfrutan de ese instante de intimidad. Sin embargo, Zoya le advierte que las inyecciones que le están administrando (hormonas femeninas) podrían debilitar su deseo sexual, lo que deja a Oleg indignado y preocupado.

Al final del capítulo, después de compartir ese momento íntimo, regresan a sus obligaciones en el hospital, dejando atrás al paciente agonizante que necesitaba el oxígeno. Oleg, aunque consciente de su propia enfermedad y de lo frágil que es la vida, se aferra a la esperanza de seguir viendo a Zoya, a pesar de los obstáculos.

Capítulo 19. La velocidad es lo más cercano a la luz

Se profundiza en la historia de Vadim Zatsyrko, el joven geólogo brillante y apasionado por su trabajo, quien ahora enfrenta un diagnóstico de melanoma, un cáncer agresivo. Vadim siempre ha vivido con urgencia, aprovechando cada minuto, pero ahora la enfermedad lo obliga a replantearse su vida. A pesar de su situación, se niega a caer en la autocompasión y decide seguir trabajando en su investigación geológica, incluso sabiendo que su tiempo puede ser limitado. Su madre, una doctora dedicada, hace todo lo posible por conseguirle un tratamiento experimental con oro, pero Vadim rechaza cualquier privilegio y prefiere enfrentar su destino con dignidad.

Mientras tanto, en el pabellón, los pacientes reaccionan de distintas maneras a sus propias enfermedades. Rusánov, ahora se siente vulnerable y asustado ante la posibilidad de morir. Su actitud arrogante se desmorona, y comienza a cuestionar sus convicciones. Federau, un alemán deportado pero leal al Partido, comparte su historia de sacrificio laboral, lo que genera una discusión sobre la lealtad política. Kostoglótov, por su parte, se muestra esperanzado al leer en el periódico noticias de cambios políticos en la URSS, lo que contrasta con la desesperación de Rusánov.

El capítulo termina con una mezcla de resignación y esperanza. Vadim sigue trabajando en sus estudios, ignorando las distracciones del hospital, mientras Rusánov recibe otra inyección de tratamiento, cada vez más consciente de su fragilidad. La muerte de Yefrem Poddúyev, impacta a todos, recordándoles su propia mortalidad. Sin embargo, Kostoglótov sale al aire libre con renovada energía, sintiendo que, a pesar de todo, el mundo podría estar cambiando para mejor.

Capítulo 20. Evocando lo bello

Oleg Kostoglótov reflexiona sobre su vida en el exilio en Ush-Terek, un pequeño pueblo en Kazajstán al que ha sido deportado "a perpetuidad". Aunque al principio lo veía como un castigo, ahora lo recuerda con cariño, como un lugar donde encontró cierta libertad y paz después de los años en el campo de prisioneros. Allí conoció a personas como los Kadmin, un matrimonio de exiliados que, a pesar de su difícil situación, han aprendido a encontrar felicidad en las pequeñas cosas, como su humilde cabaña, su huerto y sus perros.

Oleg admira su capacidad de adaptación y su actitud positiva, pero también siente nostalgia por Ush-Terek. Piensa en cómo podría establecerse allí definitivamente, incluso considerando casarse con alguna de las mujeres del pueblo, como Ksana o la joven Inna Strom. Sin embargo, duda si podrá adaptarse por completo, especialmente porque teme que el tratamiento médico lo deje incapacitado para una vida normal. A pesar de todo, se resigna a aceptar su destino: si no puede volver a una vida plena, al menos tendrá Ush-Terek como refugio.

Capítulo 21. Las sombras se disipan

Avieta, la hija de Pável, llega de visita al hospital. Ella es una joven segura de sí misma, inteligente y con ambiciones literarias. Su padre, debilitado por el tratamiento, se alegra de verla y se siente reconfortado por su energía. Avieta le cuenta las novedades de Moscú, incluyendo los cambios políticos y culturales, y le asegura que no debe preocuparse por las posibles consecuencias de su pasado como funcionario del régimen. También le habla de sus planes de publicar un libro de poesías y de su deseo de unirse al mundo literario.

Mientras conversan, Diomka, el joven paciente, interviene para preguntarle su opinión sobre la "sinceridad en la literatura". Avieta responde con firmeza, defendiendo que la literatura debe ser optimista y enfocarse en lo positivo, no en los aspectos oscuros de la vida. Vadim, también opina, pero con una postura más pragmática, sugiriendo que la literatura debe entretener más que enseñar. Al final, Avieta se despide de su padre con ánimo, animándolo a seguir luchando contra su enfermedad.

Segunda parte

Capítulo 22. El río que vierte sus aguas en las arenas

Oleg, el 3 de marzo de 1955, escribe una carta a sus amigos Yelena Alexándrovna y Nikolái Ivánovich, describiendo su experiencia en el hospital. Compara irónicamente la clínica con una prisión, mencionando las restricciones, las rutinas médicas y su frustración por no saber cuándo le darán el alta. Aunque inicialmente mejoró con el tratamiento, ahora sufre náuseas y mareos debido a las radiaciones y medicamentos. Se resiste a ciertos procedimientos, como las inyecciones y las transfusiones de sangre, pero necesita el certificado médico para evitar ser enviado a un lugar peor en su exilio.

Oleg reflexiona sobre el precio de la vida y cuestiona si vale la pena someterse a tratamientos que lo dejarán sin energía ni deseo sexual. Añora regresar a Ush-Terek, donde al menos tendría libertad para vivir sus últimos días con dignidad. También comenta sobre pequeños placeres, como las estrellas en el cielo nocturno y los paseos al río. Al final, agradece a sus amigos su apoyo y les pide que le envíen algunos suministros, mostrando su preocupación por ellos.

Capítulo 23

Hay un ambiente tenso en el pabellón: Diomka, acepta finalmente someterse a una operación para amputarle la pierna afectada por el cáncer, después de semanas de agonía. Mientras se prepara, recibe el apoyo de Vadim, el paciente que sufre de un melanoma agresivo y que enfrenta su enfermedad con determinación científica. A pesar de su dolor, Vadim intenta animar a Diomka, aunque él mismo comienza a perder la esperanza en su investigación geológica, que antes lo mantenía motivado.

Llegan dos nuevos pacientes a la sala: Shulubin, un hombre mayor de mirada penetrante y actitud sombría, y Chály, un hombre vivaz y optimista que inmediatamente rompe la tensión con su humor y su actitud despreocupada. Chály organiza un juego de cartas con los otros pacientes, incluido Rusánov, quien, aunque inicialmente reticente, se deja llevar por el ambiente festivo y bebe vodka con él. Mientras tanto, Kostoglótov observa todo en silencio, recordando con ironía cómo los prisioneros en el gulag celebraron la muerte de Stalin.

El capítulo termina con una discusión entre Rusánov y Chály sobre la moralidad y la vida en general. Rusánov, aunque disfruta momentáneamente de la compañía de Chály, se siente incómodo con su filosofía pragmática y algo corrupta. Shulubin, por su parte, permanece en un rincón, observando todo con mirada crítica, hasta que Kostoglótov lo interroga y revela que es bibliotecario.

Capítulo 24. Transfusión de sangre

Kostoglótov está sentado en el jardín del hospital, disfrutando del sol de marzo, inmóvil y sin pensar en nada. Una auxiliar sanitaria lo interrumpe bruscamente para decirle que la doctora lo llama. A regañadientes, se levanta y va a la sala de curas, donde una nueva doctora, de aspecto saludable y actitud autoritaria, intenta hacerle una transfusión de sangre. Kostoglótov se resiste, desconfiando de la sangre almacenada y de la doctora, hasta que aparece Vera Kornílievna (Vega), su doctora de confianza, quien lo tranquiliza y realiza el procedimiento.

Durante la transfusión, Kostoglótov expresa su descontento con la vida y su tratamiento, cuestionando el sentido de vivir si ha perdido todo lo que valora. Vega, aunque inicialmente callada, finalmente reacciona con firmeza, defendiendo que la vida tiene valor y que no todos deben pensar de manera pesimista. La conversación se vuelve más profunda cuando Kostoglótov menciona un libro que leyó de joven, el cual planteaba un enfoque materialista y frío de las relaciones humanas. Vega lo anima a no aceptar esa visión deshumanizante.

Capítulo 25. Vega

Vera Kornílievna (Vega) sale del hospital con un ánimo alegre y optimista, disfrutando del sol primaveral y decidida a caminar en lugar de tomar el autobús. Reflexiona sobre su estado de felicidad, que contrasta con su melancolía del día anterior. Se siente reconfortada por la conversación que tuvo con Kostoglótov. Mientras camina, piensa en cómo convencerlo de seguir el tratamiento hormonal, aunque él lo rechace, y se promete investigar más para fundamentar su postura médica.

Al llegar a su casa, Vera se sumerge en un estado de paz y satisfacción. Limpia su habitación, escucha música (especialmente La Bella Durmiente de Tchaikovsky) y reflexiona sobre su vida pasada: la muerte de su prometido en la guerra, su soledad y su dedicación absoluta a la medicina como refugio. Recuerda cómo, años después, intentó abrirse a nuevas relaciones, pero un error la dejó más vulnerable. Ahora, sin embargo, siente que su lealtad al amor perdido ha encontrado un nuevo significado gracias a Kostoglótov, quien, sin saberlo, le ha dado una razón para seguir creyendo en la vida.

Al día siguiente, en el hospital, se encuentra con Lev Leonídovich, quien le cuenta sobre un juicio interno a un cirujano y la invita a asistir. Vera, aunque distraída, acepta con interés. Sin embargo, su tranquilidad se ve alterada cuando una paciente menciona que Kostoglótov estuvo coqueteando con la enfermera Zoya la noche anterior. La noticia la desconcierta, pues contrasta con la conexión que creyó tener con él durante la transfusión.

Capítulo 26. Excelente iniciativa

Se cuenta de Lev Leonídovich, el cirujano principal, durante su jornada en el hospital. Comienza visitando a sus pacientes posoperatorios, como Diomka, el joven al que le amputaron una pierna, a quien anima con su típico humor brusco pero reconfortante. Luego asiste a la reunión médica dirigida por Nizamutdín Bajrámovich, el médico jefe, un hombre más preocupado por su imagen y privilegios que por la medicina. Lev soporta con ironía las largas discusiones burocráticas mientras evalúa mentalmente las limitaciones de sus colegas, como Jalmujamédov, un cirujano incompetente protegido por cuotas étnicas, y Angelina, una médica más interesada en cotilleos que en su trabajo.

Durante la visita a las salas, Lev y su equipo mantienen un delicado equilibrio entre la verdad médica y la necesidad de no alarmar a los pacientes. Usan términos técnicos y eufemismos para ocultar diagnósticos graves como el cáncer. Aunque internamente sabe que algunos casos son terminales, les da esperanzas para mantener su moral. Después, en una reunión privada, analizan con crudeza la realidad de cada paciente: quiénes son operables, quiénes solo reciben tratamiento paliativo y quiénes están condenados.

El capítulo termina con una conversación entre Lev Leonídovich, Vera Gángart y Liudmila Afanásievna Dontsova. Dontsova revela que ella misma podría tener cáncer de estómago, lo que sorprende a Lev. Luego, él relata un juicio reciente contra un cirujano acusado de negligencia tras la muerte de un niño. Defiende que los errores médicos deben analizarse científicamente, no judicialmente, pero Dontsova discrepa, argumentando que los médicos deben rendir cuentas por sus negligencias. Vera intenta mediar, proponiendo que la solución es reducir la carga de trabajo de los médicos para evitar errores.

Capítulo 27. Lo que interesa a cada cual

La doctora Vera Kornílievna y la enfermera Zoya realizan su visita rutinaria a los pacientes de radioterapia. Vera actúa con frialdad hacia Oleg Kostoglótov. Mientras examina a Vadim Zatsyrko, Vera oculta la gravedad de su cáncer, aunque internamente sabe que su pronóstico es sombrío. Zoya miente sobre haber administrado las inyecciones hormonales a Oleg, creando tensión con Vera, quien no puede confrontarla abiertamente.

Por otro lado, Pável, aún menosprecia a sus compañeros de sala, especialmente a los exiliados Federau y Shulubin. Intenta justificar las deportaciones del pasado mientras se enorgullece de su vida privilegiada. El capítulo termina con una discusión entre Vadim, Shulubin y Oleg sobre el valor de la ciencia: Shulubin cuestiona si el conocimiento es ético si no alivia el sufrimiento humano, mientras Vadim lo defiende por su interés intelectual. Rusánov, desde su cama, desprecia a Shulubin por su "fracaso" como académico convertido en bibliotecario.

Capítulo 28. Disparidad por doquier

Oleg busca hablar con Lev, el cirujano principal, para resolver sus dudas sobre los efectos permanentes de la hormonoterapia que recibe. Aunque el médico inicialmente responde con evasivas, la conversación se vuelve más personal cuando Oleg menciona su preocupación por perder su virilidad. Lev, sorprendentemente sincero, confiesa que las mujeres pueden ser un "estorbo" para proyectos serios, algo que Oleg no logra comprender. La charla se interrumpe cuando Angelina, una cirujana joven, entra con un informe médico, pero antes de irse, Oleg aprovecha para preguntar sobre la chaga (un hongo medicinal) y descubre que Lev trabajó como médico en el Gulag, lo que genera un breve momento de conexión entre ambos.

Más tarde, Oleg se encuentra con Vera en el pasillo y, rompiendo el distanciamiento reciente entre ellos, le pide otra transfusión de sangre, insistiendo en que solo aceptará si ella la realiza. Aunque Vera mantiene una actitud reservada, hay un destello de complicidad. Finalmente, Oleg visita a Diomka, el joven al que amputaron una pierna, quien le confiesa su sueño de visitar el zoológico cuando salga del hospital.

La escena culmina con la llegada de Asia desesperada porque le extirparán un seno. Entre lágrimas, le pide a Diomka que lo vea y lo bese (su seno), "por última vez" y él lo hace.

Capítulo 29. Palabras duras, palabras suaves

Pável, hastiado del hospital, sale a pasear con su hijo Yura, quien le trae ropa de abrigo. Pável quiere aprovechar el momento para hablar con Yura sobre su trabajo como inspector fiscal, pero nota que su hijo evita su mirada y parece ocultar algo. Durante la conversación, discuten sobre un caso en el que Yura defendió a un conductor condenado por abandonar su camión durante una tormenta, lo que enfurece a Pável, quien cree que su hijo es demasiado blando.

De vuelta en la sala, los pacientes debaten sobre injusticias sociales y privilegios. Kostoglótov, discute acaloradamente con Pável y Vadim, criticando las desigualdades y defendiendo que la codicia no es exclusiva de la burguesía. La discusión se vuelve tensa, con insultos y acusaciones, hasta que Shulubin interviene con un comentario sarcástico sobre la igualdad salarial.

Kostoglótov, agotado por la discusión, recuerda una carta sobre la muerte de un perro llamado Escarabajo, lo que le hace reflexionar sobre la crueldad del mundo. Mientras, Pável, frustrado por la actitud de su hijo y la pelea en la sala, se retira molesto.

Capítulo 30. El anciano doctor

Liudmila, una oncóloga enferma, visita al anciano doctor Oreschenkov en su casa para pedirle que la examine. Aunque intenta mantener la compostura, su angustia por su posible diagnóstico de cáncer es evidente. Oreschenkov, es un médico experimentado y respetado. La recibe con calma y amabilidad, tratando de distraerla con conversaciones sobre medicina y su nieta.

Mientras toman té, discuten temas como la importancia del médico de cabecera, los problemas del sistema de salud gratuito y la relación entre médicos y pacientes. Dontsova, aunque interesada, lucha por concentrarse, ya que su mente sigue preocupada por su enfermedad. La aparición del perro San Bernardo de Oreschenkov le da un momento de distracción y alegría.

Después de despedir a Dontsova, el doctor se queda pensativo, reflexionando sobre la vida, la muerte y el sentido de la existencia.

Capítulo 31. Los ídolos del mercado

Oleg siente una extraña tensión en el pecho, una mezcla de optimismo y nostalgia, relacionada con su creciente afecto por Vega. Aunque sabe que pronto dejará el hospital, le entristece pensar que no volverá a verla. Mientras pasea por el jardín, reflexiona sobre este sentimiento y su significado.

Oleg se encuentra con Shulubin, sentado en un banco. Ambos inician una profunda conversación sobre sus vidas, el sufrimiento y las decisiones que tomaron bajo el régimen soviético. Shulubin, un hombre que vivió años de miedo y autocensura, comparte sus remordimientos por haber cedido ante la presión política y haber traicionado sus principios para sobrevivir.

Shulubin defiende la idea de un "socialismo moral", basado en la ética y no solo en la economía, criticando el odio y la opresión del sistema soviético. Oleg, aunque escéptico, reflexiona sobre estas ideas mientras acompaña a Shulubin de vuelta al hospital, donde este expresa su miedo a morir en la operación que le espera.

Capítulo 32. El reverso de la moneda 

Dontsova, enfrenta la dura realidad de convertirse en paciente. Tras años de diagnosticar a otros, ahora debe someterse a exámenes de rayos X para confirmar un posible cáncer de estómago. La situación la deja vulnerable y angustiada, sintiendo que su vida profesional y personal se desmorona.

El lunes, ella se somete a las pruebas junto al doctor Oreschenkov y Vera Gángart. Aunque intentan mantener un ambiente distendido, la tensión es palpable. Los resultados no son concluyentes, y se decide enviarla a Moscú para más estudios. Dontsova, aunque aliviada por no recibir un diagnóstico definitivo, sigue preocupada por su futuro.

El miércoles, Dontsova recorre las salas del hospital por última vez antes de su viaje. Se despide de pacientes como Sibgátov, Vadim y Rusánov, cada uno con sus propias luchas. Mientras tanto, Ajmadzhán, un paciente que recibió el alta, celebra su recuperación con comentarios insensibles sobre los prisioneros, lo que provoca una fuerte discusión con Kostoglótov, quien lo confronta por su falta de humanidad.

Capítulo 33. Desenlace feliz

Después de días de lluvia y nieve, finalmente llega un día soleado que marca el inicio de la verdadera primavera. Pável se prepara para dejar el hospital. Su familia llega a recogerlo en un coche conducido por su hijo Lávrik, quien acaba de obtener su permiso de conducir. La despedida es alegre, aunque Rusánov evita dar su número de teléfono a Chály, por considerarlo de un círculo social inferior. Al salir del hospital, Rusánov y su familia se burlan de Kostoglótov.

Por otro lado, Kostoglótov, planea su salida del hospital al día siguiente. Habla con la enfermera Mita para organizar la entrega de sus pertenencias y luego con la doctora Vera, quien le ofrece quedarse en su casa después de su alta. Más tarde, se encuentra con Zoya, quien también le ofrece alojamiento en su casa. Finalmente, visita a su compañero Sibgátov, quien parece resignado y triste. Kostoglótov reflexiona sobre su inminente partida y la vida que lo espera fuera del hospital.

Capítulo 34. ...Aunque algo penoso

Kostoglótov pasa su última noche en el hospital con un sentimiento de melancolía, como si ya no perteneciera a ese lugar. Mientras los demás pacientes siguen con sus preocupaciones sobre el cáncer y el tratamiento, él reflexiona sobre su vida pasada y futura. Vadim, otro paciente, es trasladado a radiología, dejando a Oleg solo con sus pensamientos. Recuerda a los compañeros que murieron y a los que siguen luchando. El ambiente en la sala es sofocante, pero el aire primaveral que entra por la ventana le trae recuerdos de libertad.

En la noche, Oleg no puede dormir y decide caminar por el vestíbulo. Allí encuentra a Yelizaveta Anatólievna, una sanitaria culta y sufrida que también ha sido víctima de las purgas estalinistas. Conversan sobre sus experiencias en el exilio, la represión y la dificultad de educar a un hijo en medio de tanta injusticia. Yelizaveta lee novelas francesas como refugio de la dura realidad. La charla los une en su dolor compartido, pero también los hace conscientes de su impotencia para cambiar el pasado.

Antes de acostarse, Oleg visita a Shulubin, quien ha sido operado y lucha por sobrevivir. Aunque débil, Shulubin recuerda su anterior conversación con Oleg sobre la inmortalidad del espíritu. La noche termina con Oleg reflexionando sobre la fragilidad humana y su propia partida inminente.

Capítulo 35. El primer día de la creación

Kostoglótov abandona el hospital al amanecer, vestido con su ropa vieja de soldado, sintiéndose renacer en un mundo nuevo. La mañana primaveral lo llena de alegría, y decide explorar la ciudad antes de ir a casa de Vera Kornílievna (Vega). Visita la Ciudad Antigua, donde se maravilla con un albaricoquero en flor y prueba un shashlyk, un plato que solo había escuchado en prisión. Luego, deambula por las calles, disfrutando de pequeñas cosas como helados y vitrinas de fotografía.

Sin embargo, su ánimo decae al entrar en los Grandes Almacenes, donde se siente fuera de lugar entre la gente que compra sin preocupaciones. Un hombre que recuerda el número de su talla de cuello lo irrita, y la compra de una plancha para Yelena Alexándrovna lo agobia. Después, visita el zoológico, donde los animales en cautiverio le recuerdan su propia experiencia en prisión. Un cartel sobre un mono cegado por un visitante cruel lo conmueve profundamente. Finalmente, al ver un antílope de mirada dulce y reprobadora, siente un llamado urgente y decide ir a casa de Vega.

Capítulo 36. ...Y el último día

Oleg, emocionado y nervioso, decide visitar a la doctora Vera Kornílievna (Vega), en su casa. Lleva violetas como regalo, pero al llegar descubre que no está. Una vecina le dice que Vega se ha ido, dejándolo desconcertado y triste. Frustrado, regala las flores a dos niñas uzbekas y se aleja.

Luego Oleg va a la Comandancia para obtener un permiso de viaje. Allí, un comandante armenio amable le asegura que pronto terminará su destierro y le anima a recuperar su vida normal. Esto le da esperanzas, pero también lo confunde.

Oleg compra un billete de tren para abandonar la ciudad. En la estación, escribe cartas de despedida: una a Diomka (el joven paciente que conoció en el hospital), otra a la enfermera Zoya y una tercera a Vera, donde expresa sus sentimientos. Finalmente, sube al tren y, aunque físicamente se siente aliviado, emocionalmente está destrozado por dejar atrás a Vega.

FIN

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Personajes

Pacientes

  • Oleg Filimónovich Kostoglótov (el "Roedor"): Protagonista de la obra. Es un ex prisionero de Gulag. Es un paciente de 34 años, de aspecto rudo, con una cicatriz facial, que desafía abiertamente la autoridad de Rusánov. Es escéptico y rebele, pero también muestra un lado intelectual al ayudar a Diomka con sus estudios. Tiene un tumor en el estómago. En el pasado fue exiliado político en una zona rural.
  • Pável Nikoláyevich Rusánov: Un burócrata soviético de alto rango, acostumbrado a privilegios y tratos especiales. Orgulloso y temeroso de perder su estatus, su mundo se derrumba cuando es diagnosticado con un tumor en el cuello y enviado al pabellón de cancerosos (número 13, lo que aumenta su angustia). Su miedo a la enfermedad se mezcla con el desprecio hacia el entorno hospitalario, que considera indigno de su posición.
  • Yura: Hijo de Pável. Es frío y distante, que parece más preocupado por su carrera jurídica que por el estado de su padre.
  • Yefrem Poddúyev: Un paciente rudo y desesperanzado, con vendajes en el cuello. Tiene cáncer a la lengua. Insiste en recordarle al resto que tienen cáncer y no lo nieguen haciendo comentarios crudos y fatalistas.
  • Sharaf Sibgátov: Paciente afable. Le gusta leer libros de cáncer y diagnósticos. Tiene una herida en la espalda.
  • Azovkin (Kolia o Kólienka): Un joven paciente que sufre intensos dolores y se retuerce en su cama cerca de la ventana. Es el que más se le ve que sufre.
  • Proshka (Prokofi Semiónych): Un paciente joven y aparentemente saludable, de mejillas sonrosadas, que contrasta con los demás. Su actitud despreocupada y su buen apetito hacen que Rusánov cuestione si realmente está enfermo.
  • Ajmadzhán: Un joven uzbeko alegre y optimista, que cojea pero mantiene un espíritu jovial. Su vitalidad contrasta con el ambiente sombrío del pabellón.
  • Diomka: Un adolescente de 16 años. Tiene la pierna con cáncer. Intenta estudiar para no perder el año escolar.
  • Mursalímov: Es un anciano uzbeko (de Uzbekistán, Asia Central) mayor que murmura oraciones y tose persistentemente.
  • Guenrij Yakóbovich Federau: Paciente que cree estar sano, pero los médicos le recomiendan otra operación.
  • Vadim Zatsyrko: Estudiante y geólogo de 26 años que le gustan los libros. Está esperanzado por un nuevo tratamiento con oro coloidal.
  • Asienka (Asia): Chica deportista y alegre que está en la clínica inicialmente solo para un análisis.
  • Alexéi Filíppovich Shulubin (el "lechuza"): Hombre mayor y reservado, bibliotecario, de mirada intensa.
  • Chály: Paciente optimista y bromista que anima la sala con juegos y vodka.
  • Sharaf Sibgátov: Paciente en estado crítico.
  • Yelena Alexándrovna Kadmin: Paciente de la clínica.

Personal del sanitario

  • Mita: La enfermera jefe, una mujer eficiente pero hastiada, que rechaza el soborno de Kapitolina.
  • Vera Kornílievna Gángart (Vega): Médico radioterapeuta. Rondaba los 30 años. Llevaba 8 años trabajando con su jefa Dontsova.
  • Liudmila Afanásievna Dontsova: Jefa del departamento de radioterapia. Mujer corpulenta y de cabello corto. Rondaba los 50 años. Jefa de Vera.
  • Nizamutdín Bajrámovich: Es el médico jefe. Jefe de Dontsova.
  • Olimpiada Vladislávovna: Enfermera eficiente del departamento de rayos. Es muy ceremoniosa, se cree superior al paciente.
  • Nelia: Auxiliar sanitaria chismosa y deshinibida. Se lleva bien con Sharaf.
  • Zóyenka (Zoya): Enfermera joven que está haciendo la práctica en la clínica oncológica. Es amable, lo que contrasta con la severidad del personal hospitalario.
  • Lev Leonídovich: Cirujano principal, es colega de Vera.
  • Yelizaveta Anatólievna: Auxiliar sanitaria educada y respetada. Informa a Dontsova.
  • Turgun: Practicante que coloca inyecciones.
  • María: Enfermera ucraniana que trabajaba por turnos. Su mala experiencia matrimonial influye a Zoya.
  • Jalmujamédov: Cirujano inepto protegido por cuotas étnicas.
  • Angelina: Cirujana joven más enfocada en chismes que en su trabajo.
  • Vérochka Gángart: Patóloga.
  • Dormidont Tíjonovich Oreschenkov: Médico anciano y sabio.

Otros

  • Kapitolina Matvéyevna (Kapa): Esposa de Pável, una mujer práctica y dominante.
  • Minái: Hermano de Kapa.
  • Avieta Rusánova: Hija de Pável, joven segura y ambiciosa que aspira a ser escritora.
  • Yura, Maika y Lávrik: Otros hijos de Pável y Kapa.
  • Ródichev: Antiguo conocido de Pável.
  • Yeguenberdíev: Pastor de Kazajistán. Paciente grande, entró por una úlcera en el labio.
  • Ostápenko: Camarada de Pável.
  • Tía Stiofa: Anciana religiosa que consuela a Diomka con comida y consejos.
  • Rita: Compañera de Zoya.
  • Kolia: Técnico constructor que intima con Zoya.
  • Zvéinek (Yan): Un compañero de su juventud que aparece en el sueño de Pável.
  • Nikolái Ivánovich: Junto a Yelena, son un matrimonio de exiliados que han encontrado felicidad en la vida sencilla.
  • Ksana: Mujer de pueblo, buena ama de casa, es un posible interés romántico de Oleg.
  • Inna Strom: Joven de 18 años, meteoróloga. Oleg le siente algún afecto.
  • Escarabajo y Tóbik: Los perros de los Kadmin.

  • Yelena Alexándrovna y Nikolái Ivánovich: Amigos de Oleg en el exilio.